jueves, 23 de abril de 2009

Prisas



Masas humanas que corren;
corren sin rumbo fijo,
aprisa, mirando al frente;
les agobia el hoy presente.
Corren por llegar antes,
quizá más que el mismo tiempo;
cuando llegan ya era tarde,
deben seguir corriendo.
Inquietos por alcanzar
grandes metas autoimpuestas;
montañas que aplastan vidas
relacionándose inquietas.
¡Quietos! ¡Dejad de correr!
Mirad al lado un momento,
ved como se pone el sol;
contemplazlo con contento.
Cerrad los ojos del cuerpo;
mirad hacia el corazón,
no sea que de correr
vaya a perder la ilusión.

Tiempo













Viejas fotografías
extendidas por la mesa;
recortes amarillentos,
anotaciones complejas.

Juventudes, rostros tersos,
sonrisas paralizadas,
poses inmortalizadas;
niños ayer, hoy son viejos.

Antepasados inquietos
en sus afanes estrechos,
¿qué fue de ellos?, ¿los viste?
Reposan en fríos lechos.

Correr de generaciones,
de una a otra se suceden:
niñez, juventud alocada;
madurez, senectud reposada.

Planes, proyectos, sueños...
Anhelo de anclarse en el tiempo,
de perdurar en recuerdos,
de afincarse en un momento.

Pero nadie queda exento
del inexorable tiempo
que traga generaciones
junto a penas e ilusiones.

Y unos de otros heredamos
el testigo del presente
que, con gritos silenciosos,
clama por su ser eterno.