jueves, 21 de enero de 2010

Fátima


Accedo a las peticiones anónimas; hablaré sobre Fátima. ¡Cómo olvidar aquel maravilloso mes en una casa centenaria, enorme (o al menos así lo recuerdo) y con un perro aún más grande! ¡Cómo olvidar el inmenso campo de fútbol! Y el agujero de una cerradura a través de la que se veía una habitación lúgubre, con un piano, y jarrones, y utensilios de cristal. ¡Y cómo olvidar también aquel chocolate blanco, de las monjas, que resultó ser un batido de natillas! Y esa maravillosa televisión donde, además del tour de Francia, sólo echaban documentales de animales y la vida de Santa Teresa de Ávila. Y las yemas. Y aquella terraza inmensa por donde pasaba de un lado al otro vianney, vianney. Y el cuarto de la abuela, con saloncito delante, donde había que subir sola, y con un miedo terrible y las luces apagadas para no gastar, a por su Marlboro light. También me acuerdo de las carreras de tapas de coca-cola, con las caras de la selección española dentro, subiendo por las escaleras. Y el juego en el que unos ladrones habían robado una perla (de cera) y la andaban buscando. Había también una piscina, ¡maravillosa!, y muy cerquita de casa. Y unos vecinos estupendos. Y luego, el cielo se puso rojo por los incendios, (sólo fue el verano más caliente del siglo, ¡por lo menos!). Y también esas camas de matrimonio con dosell y cortinones de flores estampadas. Y luego... ¡una furgoneta azul! Destino: ¡casa! Porque aquellas fueron unas vacaciones inolvidables.

5 comentarios:

javi freire dijo...

ya veo que buenos recuerdos tienes... esto no lo tiende a engrandecer la memoria no?...

javi freire dijo...

queremos más... queremos más...

Chus Freire Salinas dijo...

En breve habrá más...

javi freire dijo...

pero venga...

javi freire dijo...

deja de pintar y escribe que ya hace casi tres meses que nos tienes sin lectura...