lunes, 20 de julio de 2009

Marcos




Marcos mide algo más de medio metro, y ha aprendido a andar hace poco, a juzgar por el modo descalabrado en que lo hace.



Hasta hoy no conocía a Marcos; me lo he cruzado esta mañana. Iba andando por la calle: un niño jugueteaba con unas flores en un jardincillo; unos metros por delante, la madre y el abuelo. Hablaban con interés, sin quitar la vista del niño. A ratos le gritaban: "Marcos, ven con mamá". Y Marcos, ni caso. Entonces, me he acercado al niño y en cuclillas, a su altura, le he dicho: "Marcos, ven, que te llevo con mamá". En seguida, con ojillos confiados, ha extendido su manita y hemos andado hasta donde le esperaban. La madre y el abuelo, agradecidos. Me he despedido del niño con un beso y, de repente, Marcos me ha apretado fuerte, fuerte la mano, me ha mirado a los ojos y se ha puesto a llorar. Su madre miraba, entre divertida y sorprendida; aunque a decir verdad, también algo celosa. Me he despedido haciendo fuerzas para separarme de su mano.Porque esa persona tan pequeña hoy me ha hecho sentir muy grande.

sábado, 11 de julio de 2009

Empezamos a ser como eran ellos cuando les conocimos


Empezamos a ser como eran ellos cuando les conocimos. Cuando les conocimos -me refiero a los mayores- rondaban la edad que tenemos nosotros ahora. Cuando les conocimos, eran mayorcísimos; o eso nos parecía. Cuando les conocimos eran papás, o tíos... Y eran los mayores; y los mayores tenían en torno a treinta años... Y eran mayorcísimos... Y, de repente, empezamos a ser como eran ellos. Y ya, algunos de los niños no son tan niños; incluso a alguno le empiezan a asomar las primeras canas, aunque todavía discretas... Y los mayores ya no son tan mayores; o sí, son mayores, pero nosotros no somos tan pequeños... Y ya no les hablamos desde abajo, ni miramos hacia arriba, y les entendemos cuando hablan de política, y cuando cuentan chistes los entendemos y nos reímos... No como antes, cuando les conocimos, que hablaban de cosas de mayores, y no entendíamos nada, y contaban cosas de antes, de cuando no estábamos. Y no podíamos comprender que ellos hubieran estado antes; incluso no entendíamos que, antes de llegar nosotros al mundo, el mundo existía y pasaban muchas cosas. Y menos aún entendíamos que papá hubieran sido pequeño, y menos entendíamos aún que la abuela hubiera sido pequeña, eso sí que era imposible, y ya era el colmo lo de que papá y el tío eran hermanos, porque los hermanos son pequeños y viven juntos y juegan... Y de repente, solo ha pasado un poco de tiempo, muy poco, y ya empezamos a ser como eran ellos cuando les conocimos.